jueves, 22 de noviembre de 2007

Bajando en la madrugada



(El audio de esta obra de arte serían unos grillos aserrando)


Finalmente las herramientas de lucha llegaron. Este cargamento faltante estaba programado para haber llegado desde el mes pasado, por lo que todas las demás acciones se atrasaron. Todas menos las discusiones políticas que se están tornando enfermizas por absurdas y especulativas (la mayor parte del movimiento no baja al pueblo y no lee el periódico desde hace ya casi un año y solo tiene nuestros informes de memoria y parciales). Toloc y yo (ya les presentaré a Toloc) fuimos los comandados para ir a buscarlas. A mí me comisionaron por pendejo pero a Toloc porque sabe cruzar la ciénega en esta época del año.

Al bajar de madrugada puse la vista donde de día se ve el pueblo. Ahora tuve la sensación de mirarlos de lejos. Si tuvieran luz casi podría meterme con la vista por la ventana desde mi monte alto, como lo hacía el príncipe feliz antes de darle instrucciones a la golondrina. Pero, de madrugada, con la obscuridad imbatible, sólo pude imaginar de lejos a un pueblo invisible que dormía mientras bajábamos, Toloc y yo, el cerro.





Me acorde de este poema que le hizo Cortazar (faltaba más) al Che (faltaba más) y me sentí contento

Che

Yo tuve un hermano.

No nos vimos nunca pero
no importaba.

Yo tuve un hermano
que iba por los montes
mientras yo dormía.
Lo quise a mi modo,
le tomé su voz
libre como el agua,
caminé de a ratos
cerca de su sombra.

No nos vimos nunca
pero no importaba,
mi hermano despierto
mientras yo dormía,
mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.

octubre de 1967

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