jueves, 17 de enero de 2008

el reclutamiento

el reclutamiento
Ya han venido a hablarnos así, aquí en este mismo lugar junto al árbol. Volvieron por que iban a poner el alumbrado y así dejaron de venir. Mientras por encima nos oscurecía la noche completa. La oscuridad es la que no nos olvida y vuelve periódicamente, a nuestras espaldas tras la jornada. Ahora es cuando vuelve más temprano. Empieza a caer en el camino a la carretera y poco a poco se derrama hasta que nos encabuza por completo. Cambia nuestras ropas y nuestros humores se adormecen y nuestros amores se despiertan. Es la hora cuando los piches cantan y vuelven por encima de la plaza y doblan las ramas de los árboles enchitas de sus frutos de pájaro negro ilustre y los balancean hasta su forma adecuada de rama doblada a punto de romperse.

Que no venimos a decirles nada parece sorprendente ¿Entonces cómo es que vinieron? Venimos a organizarnos con ustedes por que ya sabemos que hay que arreglar el molino que nomás no muele y los hongos y los granos solo humedecer hacen la bodega. Venimos a caminar con ustedes los seis kilómetros hasta la carretera de tierra mala por que sabemos que en esta época salen las cascabeles y se mueren los niños que no ponen cuidado y los viejos que solo calzan sandalias. Por que nos dicen que de esos kilómetros de camino no los conocen que no sea a oscuras cuando salimos en la madrugada y el rocío nos retenta las alergias y los ushes nos fastidian y los moscos gordos nos comen las entrañas, a pellizquitos. Y de vuelta cargada la espalda de jornada laboral y la espalda hastiada de sol directo, solo vemos hacia abajo por que tras de nosotros la noche con sigilo se va asentando sobre la hierba, cree que muy discreta. Entonces, con esa oscuridady los charcos hay que estar buscando las cascabel, las malvadas y morirnos de miedo seis kilómetros, todos los días.

Venimos a hablar con ustedes por que hay que organizarse. Nuestra vos de nada sirve si no nos la acompañan. Los pozos y las máquinas de riego y los animales de granja pueden esperar lo que ya no puede es que nos agarran desprevenido. La clínica va a estar difícil pero sí un camino que nos lleve sin que haya que caminar horas hasta la carretera a ver si pasa una ichi van o una combi, en esos minutos nos jugamos la muerte cuando las mujeres paren y cuando los niños en la cancha resbalan con un charco y se abren la cabeza. Nos desangramos sin camino. Caminar queremos un camino necesitamos.

Las señoras de la casa con sus casuelas, es la hora de cocinar y no hay que ponerle en los platos a los niños con agua caliente con los polvos del guizado. Puras mujeres organizadas por que llegan los hombres cansados.

Si no a decir algo ¿a que venimos? en los instantes entre vida y muerte que vivimos en la geografía cansada de árboles caídos y caminos habitados por serpientes. Pónganse en grupos de veinte, súbanse al camión, la playera al final viene el convivio, va a haber juguitos y refrescos y cochinita con un chingo de fríjol, con un chingo de agua.

La gente tiene hambre y camina todos los días en los caminos los kilómetros de la muerte. Resuelve su día al final del día y todo el día la cazuela vacía. No pasarlos por alto queremos y si para cambiar venimos ahora que hay que volver a cambiar los cambios. No venimos a predicar nuestro nombre. No para memorizar la causa estamos. Para decir lo que vimos estamos. No somos la vos de los sin vos, pero caminamos su camino. No lucramos con su miseria. Somos la miseria de los que con nosotros lucran. Vamos a tomar las armas de la organización. Por nuestra vida digna.

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