Hace unas semanas, el comandante guevo izquierdo, su humilde y seguro servidor mi-casa-es-su-casa-el-sábado-fiesta-en-tu-casa ¿dónde quedó la fiesta? ¿ya vieron ese anuncio? (estuve viendo tele) se presentó, en su versión de ñor-civil-me-subo-al metro-calzo-mis-zapatoes-en-lugar-de-botas-tengo-corbata-vino-y-traje-caqui (hay que pasar desapercibido) a la capirucha. Así es, hasta en las guerrillas de la imaginación hay burocracia. Nomás me faltó presentarme en la pista de hielo, en donde vivo no hay hielo pero amanece el rocío congelado y me doy unas resbaladas que ni pista hace falta.
El punto es que acudí con antiguos amigos a una cantina en la roma, una antigüedad, faltaba más. Y un señor fumaba pipa. En tono reflexivo uno de mi amigos hizo una pregunta inquietante:
¿ Cuándo uno dice? ya soy lo suficientemente cabrón, es hora: puedo empezar a fumar pipa.
Y yo agrego ¿A las mujeres no les llega ese momento? ¿Entonces por qué no fuman pipa?
Habrá que preguntarles al sopitas y a Durito (métanse a su página en lo que aprendo a poner links palabra.ezln.org.mx)
viernes, 7 de diciembre de 2007
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